Desde que Ayelén Stepnik falló el penal ante Holanda en la definición de aquella semifinal de Atenas 2004 y se astilló el sueño de la medalla dorada en los últimos Juegos, las Leonas ansiaron su desquite olímpico, el que por fin les llega. Desde entonces, hubo muchos cambios: Minadeo encontró el lugar de Vigil, se produjo una renovación generacional y la preparación física, táctica y técnica se volvió mucho más profunda, a igual nivel que los equipos más competitivos.
Aún cuando han habido altibajos, Argentina se siente confiada en conseguir el oro, único metal que le falta tras la medalla plateada de Sydney 2000 y el bronce de Atenas. Objetivo al alcance, pero con una amenaza significativa como lo es Holanda, que vive un ciclo brillante de la mano de su entrenador, Marc Lammers.
Como contraparte, las albicelestes cuentan con la inspiración de Luciana Aymar, la imprevisibilidad ofensiva de Soledad García y la experiencia defensiva de Magdalena Aicega, 3 pilares fundamentales, sobre los que se soporta una camada joven que ofrece nuevos bríos a un conjunto que viene con un envión tras el título del Champions Trophy.
Hoy encontrarán como primer rival a Estados Unidos, un equipo que ha trabajado muy concientemente y que ha obtenido muy buenos resultados. Apretados partidos amistosos contra las Leonas y las holandesas las preceden, ubicando a las norteamericanas en una categoría de equipo sorpresa para estos Juegos. Es por eso que Argentina no quiere confiarse y sabe que su sueño de oro no podrá cumplirse sin haber salvado cada escollo. Y nada está dado en el hockey ni menos, lo estará, en una cita olímpica.
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