
Aunque Chile no gana un partido en la Copa desde Junio del 62, cuando cobró el tercer puesto en casa, los partidos ante Honduras y Suiza son la esperanza para romper el maleficio y hacer así segunda ronda. Por su parte, España, no se ha constituido históricamente en un escollo insuperable para el equipo chileno, algo que no deja de serle importante a nuestra escuadra a la hora de enfocarse psicológicamente antes del partido. Sin embargo, los ibéricos han mostrado luces últimamente y cuentan con el aval de su alto ranking FIFA.
Los dos ganadores del grupo en que se encuentra Chile se enfrentarán en segunda ronda con los ganadores del grupo que comanda Brasil. Si de apuestas se trata, España y Brasil están en la cima del orbe en este momento, por lo que en Chile se estima, que no deberían cruzarse ambos rivales tan próximamente, si se le mira al fútbol, desde su lado comercial. Eso causa intranquilidad, ya que tendrían que ganar ambos sus respectivos grupos para evitarse y, con ello, Chile estaría obligado a cruzarse con la verde amarella de pasar la primera serie.
Pero claramente esa mirada no es sana en un proceso, ya que se debe ir paso a paso. El próximo rival es Honduras. Eso lo sabe muy bien su técnico, quien trata de mantener a su equipo atendiendo el presente.
Y si de presente hablamos, hoy Chile llora la lesión de Chupete Suazo, el goleador de las eliminatorias sudamericanas. Un desgarro de varios centímetros en la parte posterior del muslo tiene en vilo a un país entero. La especulación de si podrá jugar o no, llena todas las crónicas en la parte occidental de la cordillera de Los Andes. Lo cierto es que Bielsa lo ha convocado. Y quizás con sólo tenerlo disponible en el banco y ojalá no usarlo para que pueda recuperarse bien para el próximo partido, sea suficiente para que Chile vaya quemando etapas. Porque si ganamos sin él, total el próximo partido posiblemente sí lo tendremos. Así podría convertirse en un referente que lleve a la Roja para adelante, aun cuando no esté para jugar. Como hizo el Cid Campeador, que después de muerto fue embalsamado y ensillado en su cabalgadura, para que sus huestes no amainaran por su ausencia y ganaran así las batallas. Eso lo sabe bien también Marcelo.
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