Desde el Mundial de Utrecht 98, Mercedes Margalot no se había perdido ninguna de las convocatorias para los grandes torneos, incluyendo los Juegos Olímpicos y los Champions Trophy. Esa serie se cortó el mes pasado en Quilmes.
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¿Te afectó la marginación?
El problema es que las jugadoras argentinas no estamos acostumbradas a quedar afuera. Por nuestro temperamento y las ganas de representar al seleccionado, no concebimos estar al margen o tomarnos alguna temporada sabática. Yo amo la camiseta, pero entiendo que son ciclos. Entonces, me pareció lógico que el cuerpo técnico haya querido probar con jugadoras más jóvenes.
¿El buen desempeño de las más chicas en Quilmes provocará que se te haga más difícil recuperar terreno en el equipo?
Creer que tenía el terreno ganado también es un error. Nadie cuenta con el puesto asegurado, sólo te entrenas todos los días para ser mejor, tengas 21 años o 31. Es una competencia sana de un grupo de jugadoras que busca crecer. A veces te toca estar y en otras no.
¿Creés que en este seleccionado se habla mucho del recambio?
Demasiado. Todo el mundo pone un gran hincapié en eso. Pero si tienes a una jugadora de 50 años que es la mejor en un puesto, la vas a seguir poniendo. Y en ese caso, la gente insistirá sobre el tema del recambio porque, simplemente, le gustar observar variantes. Cualquier deportista posee un peak máximo de rendimiento, un declive, meseta y una finalización.
¿Qué etapa creés que atraviesas?
La de la madurez. En la de ser consciente de que a la larga, meses más, meses menos, empiezo a cerrar un ciclo. Cuando terminó el Mundial de Madrid me sentí muy bien; no me dije "retirate ya". Si dependiera de mí, me encantaría decir adiós en los Juegos Olímpicos 2008, pero aprendí a ser más cautelosa y a ir de a poco. Ahora me muero por volver a los entrenamientos.
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